No quiero...

Yo no quiero vivir en un mundo con concesiones para matar, que celebra la muerte de un guerrillero o de Osama Bin Laden, pero condena el aborto.  No quiero vivir en un mundo en que el cielo sea siempre azul porque a un dios se le dio la gana de hacer todo con tanta seriedad y con tan poca magia; yo sueño con un cielo que se matice con los estados de ánimo.

No quiero tener los ojos abiertos, porque el conocimiento es tristeza y porque deseo tener la capacidad de divertirme en rumbas y bailar reggaetón; no tener este existencialismo de oropel. Bien lo dijo Maupassant en uno de sus cuentos: “"Bienaventurados los pobre de espíritu", dice la Escritura. ¡Ellos tienen la ilusión de la felicidad; no sienten nuestra solitaria miseria, no.”

Yo no quiero ser esclavo de ocho horas porque el dinero así lo exige,  tan solo pido un poco de libertad que es lo que todos merecemos. No quiero que sigamos celebrando nuestra independencia, todos somos esclavos de algo o de alguien.

Tampoco quiero tanto silencio, en mi cabeza hay música todo el día. En un universo creativo, la realidad seria como las películas, en el ambiente sonarían canciones de acuerdo a lo que está sucediendo.

No quiero vivir en un lugar donde decidieron llamarle a la política “ciencia”, pero el robo común es un crimen, no hay coherencia en ello. Donde las personas que hacen algo por el mundo, lo hacen para salvar su alma, por interés propio, por un falso sentido de moral, por motivos financieros; sin embargo todos tienen en común el mal de la medicina: atacan los efectos, no las causas. Los que tratan de hacer algo honestamente terminan asesinados.

Me disgusta que le demos tanta trascendencia al cortejo y al sexo, seria encantador una tierra donde fuéramos como perros y pudiéramos satisfacer nuestros deseos sin tanto procedimiento.